miércoles, 12 de septiembre de 2018

DON PERONISTA


Los muchachos peronistas…” así empieza las mañanas mi padre cantando con todas las fuerzas de su voz, lo que él llama el verdadero himno argentino. Nuestros vecinos agotados hasta el hartazgo, ya ni siquiera protestan, recuerdo que cuando yo era un chico, ellos daban grandes golpes en la pared y le pedían a gritos a mi papá que los dejará dormir tranquilos, a lo que el viejo respondía –Madrugando vamos hacer un gran país, lo dijo el general-.
En una de las esquinas del departamento mi padre amuro un estante que posee dos bases, en la primera esta la foto de mi ya desaparecida madre y en la segunda un poco más arriba la foto de Perón y Evita, adornada con todo tipo de flores, cada 17 de Octubre posan sobre ellas dos banderas, una de la Argentina y otra con el signo del peronismo, la foto de mamá está sola con algunas rosas secas que dejan caer sus pétalos ya marrones, que se parecen creo yo a las lágrimas del olvido, mi padre casi nunca recuerda la fecha en que mi madre partió hacia el otro mundo, he incluso en su entierro me dijo al oído una frase con la cual creo que llegue a odiarlo –Sabes hijo cuando murió Evita yo estaba más triste que ahora-.
A mí me ha insistido toda la vida para que me afilie al partido justicialista –Así vas hacer mejor persona- me dice, yo le muestro una sonrisa un poco agria para ver si así se rinde ante  ese sueño inútil, de entregar mi vida a un hombre que había muerto antes de que yo naciera.
-Lo que pasa hijo es que vos no estuviste en la plaza, si hubieras visto toda esa gente hoy serias un peronista más-.
Lo que el fanatismo le hace al hombre es horrible, le quita su propia vida, lo llena de pasiones arrancándole la razón, les da una sola mirada para el mundo, los despoja de los sentimientos, los hace hombres autómatas con los oídos abiertos a una sola ideología que quizás y esto es un cómico peligro nunca en su vida logré entenderla.
Mi padre perdió su vida el día que se hizo peronista y lo que me entristece es ver en lo profundo de sus ojos que por un día desearía volver el tiempo atrás.

Espinosa Federico

martes, 11 de septiembre de 2018

DIAGNOSTICO PROFESIONAL


Estas cuatro paredes me encierran. Estas cuatro paredes me protegen.
Me es difícil enfrentar la realidad del afuera, me siento agobiado, mis manos sudan y un leve temblor en mi cuerpo me indica que estoy a punto de desmayarme.
La especialista dice que sufro un tipo de fobia social, realmente entenderá que el miedo me protege de esos hombres raros que cada vez que camino por una vereda me siguen y me miran de mil formas distintas, hacen gestos, se ríen de mi y por alguna razón que no alcanzo a comprender aun no han acabado con mi vida.
Hoy la especialista me ha dicho que lo mío es serio que estoy sufriendo una paranoia con delirios de persecución, si ella entendiera que delante de mí todos son sospechosos, sé que el día menos pensado ellos me atacaran por la espalda, todo mi cuerpo parece querer avisarme eso, pero esta doctora no lo entiende, ella insiste que debo realizar un tratamiento para que pueda reinsertarme a la sociedad, evidentemente aún no ha comprendido nada, es ella la que realmente está loca, cómo ha podido decirle a mi familia que deberían internarme porque el diagnostico profesional así lo requiere.
La cita o el turno como ella le gusta decir es para mañana, pero no iré, me quedaré en el refugio más seguro para mi, quien podría hacerme daño en mi departamento, he llegado a la conclusión de que ella era uno de ellos y seguramente mi ejecutora, ingenuos su plan no funciono, solo temo que al abrir la puerta de mi departamento ellos estén ahí, así que me encerraré en mi habitación y luego en el baño y no abriré su puerta, porque sé que detrás de ella esperan por mí.

Espinosa Federico